Este es un espacio para que entre todos podamos ir compartiendo reflexiones. Yo les ofrezco algunas de las mias y el resto depende de vos. También podemos compartir filmes, música, experiencias, fotos, etc. Espero de vos y espero que vos de mi.



PROFESORES POSTMODERNO PARA UN TIEMPO POSTMODERNO

PROFESORES POSTMODERNO PARA UN TIEMPO POSTMODERNO
Prof. Tomás Neris. ISARM

Quiero comenzar ésta exposición planteando un interrogante englobante, que pretende ser una guía de reflexión para la ponencia. “¿Qué es el hombre?”. Y como digo a los estudiantes, la pregunta por el hombre no es un interrogante más ni en tercera persona sino en primera persona, se trata de mi ser hombre, es la pregunta por uno mismo: ¿Qué soy y quién soy? Quiero compartir algunos pensamientos. Pensamientos que más que teorías son “convicciones” que tengo como docente, son así como una especie de muletillas o reflexiones recurrentes que surgen cada tanto. Digo “convicciones”, es decir, es lo que creo, sostengo y enseño.

Soy docente y tengo la sensibilidad y necesidad, como muchos colegas, de hacerme algunas preguntas mas que hacen a nuestra tarea – misión ¿Con qué hombres y mujeres estoy y estaré? ¿Cómo es el sujeto de aprendizaje con el cual me voy a encontrar? ¿Qué necesidades concretas tienen los adolescentes y jóvenes con los que me va a tocar “gastar” un poco mi vida? ¿Cómo me considero docente? ¿Qué imagen tengo de la docencia?... y sin duda podría seguir agrandando ésta lista de interrogantes que para mí son vitales en la carrera docente.

Felizmente somos Postmodernos, y nos encontramos con adolescentes que viven la misma época que nosotros. Época que yo tengo la “responsabilidad” de cuidar. Vamos a compartir en ésta época que es nuestra propia época. No hay otra. No busquemos otra historia, no esperemos que los adolescentes y jóvenes sean como “los de antes”, porque antes no eran mejores, eran realmente distintos, ni mas ni menos buenos y malos que hoy. Eran otros los valores que conducían sus acciones, pero hoy se “descubrieron otros valores” que antes no se habían tenido en cuenta y seguramente hay que conocerlos, aceptarlos y aprender de ellos y no caer es la angustia de la nostalgia y el reclamo injusto de querer hacerlos “como los de antes.”

Algunas características que quiero resaltar para pensar luego desde la educación y nuestro rol como docentes.

La caída del hombre omnipotente: Ha caído en crisis la idea de que la historia constituye un curso unitario que avanza hacia un fin, el “mito moderno del progreso”. El siglo XX no nos deja mentir y podemos constatar en la historia cierto “lado oscuro del discurso moderno del progreso”. El hombre entra en una suerte de desconcierto y consternación. El hombre no resultó ser el “súper man” en la historia, el que todo lo puede, alcanza y sabe. Nos damos cuanta que esto fue y es un verso. Existe la categoría de omnipotente pero no la existencia real del hombre omnipotente.

El “yoismo” como punto de referencia. El hombre “Yo -Yo”: El “yo pienso” de Descartes justifica el “Yo conquisto”, a costa de negar al otro para afirmar el todo, imponiendo su pensamiento, voluntad y criterio de verdad.
Según el filósofo argentino Enrique Dussel[1], “afirma la necesidad de una ética de la liberación que rompa el anillo de hierro de la totalidad, a través de la afirmación de la Alteridad, el otro, la afirmación de lo distinto frente a “lo mismo”.
Vemos una excesiva individualidad, es más, pensar en el otro es cosa de “antes”. Nos ofendemos porque “me faltan el respeto”, nos enojamos porque “me hacen sentir mal”, “me hacen venir temprano”, nos alegramos porque “me hacés reír”, “me decís lo que quiero escuchar”, “me cumplen”, nos sentimos realizados porque “me dejás ser” “me, me, me... ”

Del totalitarismo y monotonía a la parcialización y “El hombre modular”: Ernest Gellner, tomó una metáfora de la industria del mobiliario: la diferencia entre el viejo y el nuevo tipo de ser humano es como la diferencia que existe entre un mueble de una sola pieza y otro modular.

Los muebles antiguos, de una sola pieza, tenían desde el principio una forma definitiva, se hacían de una sola vez, forma o estilo y sobre todo con un material que pueda durar por varias generaciones.

Los nuevos muebles, son modulares, adaptables, se compran por parte y esto hace posible agregar luego, otras. Son muebles que se reacomodan según el gusto y la fantasía de cada uno. No hay un momento en que se pueda decir que el mueble modular ha alcanzado su estado definitivo.

Ahora bien, haciendo un parangón entre las características de estos muebles y la antropología postmoderna, podemos decir que el “Hombre modular” es el producto más notable de la propuesta de la modernidad.
El hombre modular no tiene una única forma predeterminada y correcta, sino un conjunto infinitamente ampliable de formas posibles, el hombre modular no tiene un perfil ni atribuciones predeterminados.

Es un hombre con demasiados rasgos y aspectos, de modo que casi todos ellos pueden ser mantenidos durante un tiempo siempre listos para ser usados o eliminados según las necesidades del momento. El hombre modular es una criatura con cualidades móviles, descartables e intercambiables. Es un hombre, a diferencia del mueble, auto modelado.

El hombre modular puede sumarse a una institución y dejar de pertenecer a ella si no está de acuerdo o deja de “interesarlo” su política, sin tornarse víctima de una acusación de alta traición. Así también los lazos vinculadores, son ad hoc no rígidos. Esto hace que no caiga en monotonías y homogeneidades. Todos estamos siempre y en todas partes. No pertenecemos “plenamente” a ninguno de los grupos a los que accedemos.

Todas las formas de reunión son, de hecho, frágiles y vulnerables, no gozamos de integración perfecta. En ninguno nos sentimos “como en casa” sino como en un hotel.



De la autosuficiencia y absoluta libertad al “Hombre Radar”: Rollo May[2] utiliza la imagen de un hombre con un radar sobre su cabeza para describir y analizar la situación en que el hombre se encuentra hoy. Hablando sobre el fenómeno de la masificación el psicólogo sostiene que este hombre vive pendiente de lo que los demás esperan de él. A la “expectativa”, tratando de “captar” que quieren de él para poder “encajar” y ser aceptado.

Este hombre radar toma sus motivaciones y directivas de los demás... es capaz de responder pero no de elegir. Capta qué es lo que los demás esperan de él y se desvive por responder a ello.

Sumando a este planteo el pensamiento de Martín Heidegger podemos afirmar que al actuar nos preguntamos qué es lo que “uno” haría en nuestro lugar y lo hacemos. No nos preguntamos qué es lo “yo” haría. Hacemos lo que uno hace. Vivimos bajo el señorío de los demás.


Del hombre calculador, matematizador, lúdico, incomunicado y real al hombre videns, virtualizado y sobre informado y comunicado: Vivimos ahogados en imágenes y propuestas. Todo está puesto en escena, quedan pocos artistas y signos detrás de telón. Todo se muestra nada se evita.

Estamos ante un nuevo tipo de “presencia”, la virtual. Abrazo, estudio, beso virtual. Cuando nos saludamos no sabemos si decirnos: “nos vemos” o “nos leemos”. La imagen reemplaza la realidad. Un beso se vuelve un signo: un labio rojo en pantalla. Un abrazo son dos hombrecitos tirando sus brazos, uno azul y el otro verde. Una carcajada son dos letras del alfabeto unidas simultáneamente: jajajaja o jejeje o jijiji, según el estado anímico o impulso emocional. El estudio es “a distancia” y la búsqueda de materiales para la lectura y la reflexión es www.monografía.com.

Se puede percibir una sobre multiplicación de medios emisores, como así también, una sobre abundancia de señales y códigos, “claves” para todo.

Las imágenes pasan muy veloces, no tenemos tiempo de digerirlas[3]: hacemos “zapping” (cambio de canal para evitar propagandas), hacemos “fliping” (cambio de programa sin ninguna razón), y hacemos “grazing” (ida y vuelta permanente entre dos o más propagandas, con la voluntad de seguir varias emisoras simultáneamente, así podemos mirar dos novelas al mismo tiempo o dos noticieros, o dos novelas y un noticiero, porque “no podemos vivir desinformados” jajajaja).
Así también vemos como una imagen borra a otra. Pasamos con naturalidad de un desfile de moda a una guerra, de una receta de cocina a un informe sobre los desaparecidos en un huracán, del comentario sobre quién fue el último sentenciado en Tinelli al suicidio de un joven... no nos damos el tiempo para procesar la información, para “sonar con” (significado de persona en latín).

Todo dura un “instante”, lo que pasó “ya fue”. Lo importante es estar bien. No hay tiempo para plantear temas “eternos”, por supuesto si “nada es para siempre”.

Millones de personas “interconectadas” (el cyber espacio) pero con un profundo sentimiento de soledad y abandono: “adictos” (adictum = sin dicho)... y al fin cuando logramos paz y serenidad, un minuto de concentración... aparece el maldito personaje que está metido en todos los bolsillos y carteras. El celular. ¡Que tan desubicado queda quien no se a acordado de sacarle el sonido antes de entrar a clase o reunión!

Lo importante es tomar todo “sin calorías” es decir todo “light”. Incluso hasta la propia vida.

Trataré de cerrar el tema, planteando algunos desafíos que tenemos como docentes:
ý Recuperar la comunicación intrapersonal e interpersonal ante la sobre comunicación “multimedial y chatarra”.
ý Ante la sobreacentuación del espíritu “yoísta” animar y ayudar a vivir la espiritualidad del “nosotros” (existir es co-existir – Gabriel Marcel).

ý Ante la exagerada “vulnerabilidad” la capacidad de ser “resilientes” (es decir con capacidad de resistir y reiniciar).

ý Ante la excesiva dependencia la capacidad de autonomía e ínterindependencia...

ý Además, creo que esto exige recuperar una imagen del docente, el del pedagogo. Una persona que “acompaña”.

ý Ser compañero/a.

Un compañero/a, que no es sinónimo de “igual a”. Un compañero/a de camino, que respeta la libertad del otro, “si quieres te acompaño”. Está “presente” – virtual y personalmente – “estar es amar”. Compañero autónomo y solidario. Compasivo, es decir alguien que padece-con. Compañero/a idóneo, profesional, no es un improvisado, alguien que se anima no más. Alguien que da el primer paso habiendo caminado antes él. Conduce sin determinar.

Un compañero/a que atiende la “diversidad”, desde aquí busca la unidad, no desde la homogeneidad. Incluye porque él se siente incluido. Trabaja con su vida, por eso se hace cargo y “cuida”.

Muchas gracias y estamos en camino.

Sugerencias para meditar: Tema musical: “Si quieres te acompaño en el camino” del P. Eduardo Meana sdb en “Esencial” (CD) de Edit. San Pablo.








[1] Noceti, E. 1998 “La ética de la liberación de enrique Dussel” Buenos Aires. Cussa. Pág. 12
[2] Psicólogo Neoyorquino. 1990. “El hombre en busca de sí mismo”. Buenos Aires. Central. Pág. 15
[3] Planteos de Enrique Rojas en su libro “El hombre light”.

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