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La formación humana en la educación desde la pedagogía centrada en la persona:

Prof. Alejandro Tomás Neris

ISARM

Hablar de formación humana en la educación es un desafío constante y alentador, nos exige estar continuamente  mirando nuestro propio camino formativo. Nuestro itinerario que se inicia desde que fuimos estudiantes, destinatarios de un sistema de formación fruto de una época determinada. Nadie tiene la culpa de haber sido formado antes o ahora. Somos fruto de un contexto formativo epocal.

Proponemos, en esta oportunidad, reflexionar sobre la formación humana en la educación desde un marco teórico particular: La educación o pedagogía centrada en la persona o del cliente, al decir de Carl Rogers. Cabe aclarar que no se desarrollará una exposición explicativa sobre la teoría de la educación centrada en la persona, sino, más bien, partiremos de la misma para reflexionar, desde nuestras prácticas educativas, sobre la formación humana en la educación, desde nuestro lugar de educador y educando.

Algunos interrogantes conductores:

·         ¿Qué se entiende por formación humana desde la educación centrada en la persona?

·         ¿Cómo son los actores en la formación humana desde la educación centrada en la persona?

·         ¿Qué fin se persigue en la formación humana desde la educación centrada en la persona?

Para comenzar el desarrollo del ensayo, consideramos importante, tener delante la concepción de hombre desde la cual nos manejaremos. Nos enmarcamos dentro de una idea de hombre como ser bio-psico-social y espiritual, es decir desde una visión holística del hombre en la educación.

Ésta visión holística de la realidad y del hombre se opone a la de la globalidad, es decir, en el globo, a diferencia del holos[1], las partes que integran el todo no se encuentran diferenciadas entre sí, entre todas forman un todo pero quedan diluida indiferenciadamente. En el holos, el todo es una integración de las partes diferenciadas, cada una de ellas conserva su particularidad, no hay mezcla y confusión, al contrario, hay  integración, unidad que se da gracias a que cada una tiene su propia originalidad - identidad y, esa diferencia, permite la unidad y complementariedad. Ya que la unidad de las partes se da en la diversidad.

¿Qué consecuencias puede acarrear la desintegración de alguna de las partes del holos que constituye el hombre? La misma significaría una absoluta deshumanización de la educación. Cada una de las partes es constitutiva, esencial no accidental o circunstancial, esto quiere decir que intentar suprimir o negar alguna de estas partes es negar y suprimir la esencia del mismo hombre. Se trata de un atentado, de un avasallamiento del ser. Y en educación, atentar contra el ser mismo del hombre –educador y educando- es menospreciar y, hasta destruir, los mismos fine que ella persigue: promover el desarrollo integral de la persona. En conclusión, a la educación la consideramos integral o no es educación.

¿Qué buscamos en la educación? Buscamos formar la humanidad y esto es buscar el desarrollo de la persona, es por ello, que consideramos mirar al acto educativo desde una pedagogía que tiene como centro a la persona (cliente, lo llama Carl Rogers, en el sentido de protegido). ¿Cómo formar-educar sin mirar a los educandos? ¿Podemos formar-educar mirándonos únicamente a nosotros mismos?

Una de las bases de la educación centrada en la persona es su énfasis en la cuestión vincular, en las relaciones interpersonales. Hoy, o somos seres vinculares y apostamos a la vincularidad o desaparecemos. No se trata de soportar a nadie, de tolerar por tolerar sin más. Procuramos hacer del vínculo una forma de vida y en la vida todo es gozo y dolor, y los demás me constituyen, gracias a que existen otros, cada uno sabe quién es. Es cierto que somos seres paradojales e inconclusos pero capaces de complementarnos, pero, siempre con otros. En las relaciones “entre” personas nos comunicamos pero en las relaciones “inter-personales” nos identificamos unos a otros.  Tanto es así que si no existe un tú que me haga sentir yo, no existo.

Esta mirada de la educación centrada en la persona y su acentuación en las relaciones interpersonales es, hoy más que nunca, una “necesidad vital y pasión de urgencia”[2]. ¿Por qué hoy más que nunca? Porque consideramos que cada vez más tenemos los medios para informarnos pero no así para comunicarnos. Todos, y disculpen la generalidad, en redes sociales, ya nadie puede darse el gusto de anonimarse, de pasar desapercibido, todo está expuesto, vivimos como en cajas de cristal, sin querer y saber cómo todos sabemos de todos. Pero, cuidado, porque detrás de la aparente comunicación hay una “soledad en compañía”[3] (caso facebook). Sin querer nos acercamos alejándonos sin darnos cuenta el límite entre lo real y virtual.

Con esto, no pretendemos oponernos a las redes sociales sino buscar la forma de aprovecharlas también en educación y como un medio más de comunicación, siendo consciente de los límites y las posibilidades de las mismas.

Para continuar con ésta reflexión vamos a centrarnos ahora en los actores-protagonistas de la educación centrada en la persona. Los educadores y educandos. El primero se caracteriza por ser un protagonista-facilitador, un ser auténtico, que aprecia, acepta y confía, es permisivo (en cuanto que permite dejar expresar los sentimientos) tanto con él mismo como con los educandos. Ejerce la comprensión empática y trata siempre de ser honesto y coherente. El docente facilitador, sabe, sabe que sabe y comparte sin imponerse.

En cuanto a los educandos, el educador ve en ellos a “personas” como protagonistas-productores de su propio proceso educativo. Ellos tienen saberes propios y potenciales a descubrir por ellos mismos y por el educador. Seres autónomos, con capacidad para autoiniciarse y autoparirse. En el educando, el educador ve un ser en quien puede confiar y no es necesario estar mirando a los mismos desde la constante sospecha.

Quizá, muchos de los lectores en este momento puede pensar cuán lejos o cerca está del ideal de formación desde la educación centrada en la persona. Creemos que lo que interesa no es medir la distancia entre el ideal para la realidad y la realidad actual que cada uno de nosotros vive cotidianamente desde los diferentes espacios de formación. Consideramos que lo importante es poder reflexionar sobre nuestras prácticas y animarnos a tomar decisiones conscientes, libres y responsables. Cada vez que logramos instalarnos y acomodarnos en un esquema o sistema de formación conviene no perder de vista nuestro ser caminante, transeúnte. Cierta inconformidad y constante actitud de búsqueda nos pueden garantizar estar siempre en camino y no a la vera del mismo.

Para culminar ésta reflexión vamos a enfocarnos en el tema de las competencias básicas del docente del siglo XXI que educa desde una pedagogía centrada en la persona. Las mismas son tomadas del Dr. Augusto Pérez Lindo (2012) de su libro “Competencias docentes para el siglo XXI”. ¿A qué llama competencias el autor? Se refiere a las mismas como las potencialidades, capacidades o cualidades básicas que debería tener una persona para ejercer la docencia con eficacia en cualquier nivel del sistema educativo. Para el mismo las competencias docentes no se fundamentan exclusivamente en el “saber hacer”, sino que, desde una mirada existencial y holística, contemplan cinco dimensiones de la educación: el ser, el conocer, el saber hacer,  el convivir y el aprender a aprender.  

A continuación tomamos de manera textual del autor una sintética explicación de las dimensiones y competencias:

I. Aprender a ser:

1.       Identidad. Capacidad para facilitar la realización de la identidad de los alumnos. Autoconciencia.

2.       Creatividad. Capacidad para lograr un aprendizaje activo. Motivación. Capacidad para transmitir el deseo de saber.

II. Aprender a conocer:

3.       Cientificidad. Capacidad para desarrollar el pensamiento científico. Dominio de una disciplina y de la lógica científica. Capacidad para enseñar a pensar. Pensamiento crítico. Metacognición.

4.       Competencia lingüística. Capacidad para estimular la comunicación lingüística y para interpretar el mundo simbólico.

III. Aprender a aprender:

5.       Capacidad para enseñar a aprender mediante la autonomía intelectual, el trabajo en equipo, la autodisciplina y la resolución de problemas.

6.       Comunicabilidad. Capacidad para transmitir los conocimientos con métodos pedagógicos adecuados.

IV. Aprender a hacer:

7.       Capacidad para enseñar el saber hacer mediante la resolución de problemas. Eficiencia práctica. Capacidad para enseñar a aplicar conocimientos.

8.       Competencia informacional. Capacidad para buscar, interpretar y transmitir información. Capacidad para transmitir una cultura multimedial.



V. Aprender a convivir:

9. Sociabilidad. Capacidad para enseñar a trabajar en equipo, para actuar con solidaridad y responsabilidad. Empatía y comprensión de los jóvenes.

10. Responsabilidad social. Compromiso moral. Identidad y valores. Consciencia ciudadana. Consciencia ecológica.” (Pérez Lindo, A. 2012: p. 32 - 33).

Finalmente, podemos concluir este ensayo con la convicción de que el camino es arduo pero transitable. Somos caminantes, homo viator, en la cultura que nos toca ser protagonistas. Como educadores nos queremos hacer hacedores del desafío de educar teniendo siempre como centro a la persona. Defendiendo siempre el fin de formar para la humanidad y para el desarrollo integral de las personas.



Bibliografía de consulta:

q  Freire, Paulo "Cartas a quien pretende enseñar" Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires.

q  Freire, Paulo "Pedagogía del oprimido" Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires.

q  Freire, Paulo "Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido" Siglo XXI Editores Argentina, Buenos Aires.

q  Montero Tirado, J. (2012): Conferencia “El gran desafío: reformar la formación docente a partir de la antropología integral” en las XIV Jornadas de Aprendizaje. Universidad Católica de la Asunción (Sede Itapúa) Encarnación, Paraguay del 03 al 05 de marzo.

q  Pérez, L. (2012): “Competencias docentes para el siglo XXI”. Buenos Aires. Ed. Tinta Fresca y Ensayos, educación.

q  Rogers, Carl "El proceso de convertirse en persona" Paidós, Buenos Aires.

q  Rogers, Carl "Psicoterapia centrada en el cliente" Paidós, Buenos Aires.

q  Rogers, Carl "Libertad y creatividad en la educación" Paidós, Buenos Aires.

q  Equipo Inspectorial  de Formación Docente (1995): “El hombre y la Educación hoy”.  Buenos Aires. Ediciones Don Bosco.





[1] Vocablo griego que significa: todo, entero, total.
[2] Parafraseando una bellísima canción de Eduardo Meana: “El camino de la verdad”.
[3] Frase de la Dra. Josefina Dartiguelongue en la conferencia sobre “Cambios culturales, relaciones intergeneracionales y las nuevas formas de comunicación”. Posadas,  29 de mayo de 2012.  Sede OSDE.

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