Este es un espacio para que entre todos podamos ir compartiendo reflexiones. Yo les ofrezco algunas de las mias y el resto depende de vos. También podemos compartir filmes, música, experiencias, fotos, etc. Espero de vos y espero que vos de mi.



“¡OÍD MORTALES EL GRITO SAGRADO: LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD!

Sobre los conceptos de colonización, decolonización y libertad”.
Prof. Alejandro Tomás Neris

¡Oíd mortales el grito sagrado: libertad, libertad, libertad!; así reza nuestro Himno Nacional Argentino en una de sus estrofas. Pienso en la primer parte de ésta frase, haciendo alusión a los mortales, ya que, sólo éstos pueden tener conciencia de la condición de ser hombres y mujeres libres. Ser mortal es tener un principio y un fin, seres limitados, finitos. Ésta conciencia o no de limitación nos sitúa en otra condición: ser responsables, es decir con capacidad de “responder”[1].
El límite, la finitud nos enfrenta a la situación de hacernos cargos, responder por algo o alguien, cargar sobre nuestras propias espaldas. Y ¿quién es el responsable, además de aquel que se hace cargo? Pienso que el hombre y la mujer libre.
Estos dos términos van muy unidos de la mano y ya desde muy antiguo, en algunas culturas, como por ejemplo en la romana, la libertad iba de la mano con la responsabilidad. Traigo a la memoria el rito de la Toga virili que se entregaba a los varones romanos que pasaban de la adolescencia a la juventud simbolizando su responsabilidad como ciudadano libre, el hombre “liber” con capacidad para asumir ciertas actividades públicas que antes les eran reservadas.
Teniendo como base estos dos términos es que pretendo reflexionar sobre el hecho de la descolonización que nos proponen en este número de la revista. Primeramente me resulta inevitable pensar en términos de colonización. En un sentido estricto se trata de un acontecimiento: llegar a un lugar, establecerse, instalarse y trabajar en él (labrar), habitar el lugar, hacer suyo. Generalmente se trata de personas que emigran de un lugar a otro y se establecen en un nuevo lugar. Esta emigración tiene muchos motivos y fines, y es por ello que resulta algunas veces negativa o positiva la resonancia del término. Un ejemplo claro es cuando pensamos el término teniendo en cuenta la historia de nuestra provincia y todas las colonias que se fueron formando a lo largo y ancho de ella, nuestras raíces tiene que ver con el hecho mismo de la colonización, en diferentes etapas de la historia. Podemos pensar en nuestros hermanos guaraníes, en los sacerdotes y hermanos jesuitas y en nuestros abuelos inmigrantes europeos, paraguayos y brasileños. Diferentes épocas y momentos históricos – culturales.
Cuando emigramos de un lugar a otro, nos trasladamos con una historia y cultura y nos sumergimos o no en otra y este encuentro puede ser de diferentes formas. Puede vivirse como una invasión, una guerra, una intromisión, un atropello, una oportunidad, una salida, etc. Pero siempre es un encuentro, de diferentes formas pero un encuentro en fin. Y es en este punto que quiero detenerme, porque creería que para colonizar un lugar hay que ser lo suficientemente consciente y maduro, responsable del hecho. Consciente de que mi lugar propio (el que dejé) quedó atrás, es otro diferente al que me establecí. Maduro para entender que la misma cultura es dinámica y los hombres somos seres culturales y protagonistas en la construcción y conservación de la misma. Conscientes, maduros y responsables por respetar a aquellos que ya están morando una tierra y viviendo una cultura, seguramente diferente a la mía. Colonizar exige apego y desapego, dejar y tomar, es por ello que no quiero ser injusto con aquellos que lo supieron hacer.
Ahora bien, des-colonizar podría ser desalojar, poner fin a la colonia. También hay que ser suficientemente responsable para tal hecho. Ya en la nueva colonia se gestó una nueva cultura, una forma diferente, una mixtura de lo que vino y lo que ya estaba, algo diferente. Algo que ya es propio del lugar, ya no es lo original del lugar que fue colonizado ni tampoco lo propio del que vino, ni lo uno ni lo otro, diferente, diverso, una nueva cultura fruto de la mixtura y no un híbrido.
Vuelvo al ejemplo de nuestra provincia, es tan nuestra la historia de los aborígenes guaraníes como la de los inmigrantes de la postguerra. Misiones es fruto de toda ésta diversidad encontrada y conjugada, impensable en algunas categorías, sin embargo ésta es nuestra historia, la identidad de nuestra provincia pasa por la diversidad, por el encuentro de culturas muy diversas.
Una vez escuché la frase “mente colonizada” y me llamó mucho a la atención, me inquietó y me hace pensar hasta el día de hoy. Es cierto el hecho de la colonización de la mente, de las ideas, incluso de las emociones y sentimientos. Cuántas veces hablamos sin pensar, es decir sólo repitiendo, llevados sólo por un impulso sin reflexionar conscientemente. Hablar y obrar desde una mente colonizada podría ser muy peligroso y es por ello la grave responsabilidad de la educación[2] . Formar seres libres, con suficiente autonomía y reflexión propia.
Propongo hacer un cambio, la palabra descolonización por educación – formación. Creo que ésta puede ser una nueva forma de vivir nuestra historia. El camino es lento pero puede ser hecho sin detenerse, sin atropellos. Formar para construir una ciudadanía que busque la paz, la unidad, la solidaridad. Formar para tener opinión crítica y propia, rescatando todo lo positivo en cada situación, haciendo de la historia un lugar de aprendizaje, sabiendo sacar el trigo de un lugar donde también hay cizaña.


[1] Según etimología latina del término responsable.
[2] Educación en un sentido amplio, incluyendo a la familia y la escuela.

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